Con una modalidad que priorizó como proveedoras a pequeñas cooperativas del país y la calidad de sus productos para su entrega a centenares de familias, Cáritas Arquidiócesis de Bahía Blanca distribuyó casi 67 millones de pesos en alimentos.
Fueron adquiridos en el marco del Convenio PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) el cual implicó dicho desembolso por parte de Cáritas Nacional para nuestra diócesis.
Los fondos permitieron la compra de 2723 bolsones a un valor de $24.500 cada uno. 2599 se distribuyeron entre las Cáritas Parroquiales y 124 utilizó la Diocesana para atender situaciones de emergencia.
Cada uno de ellos contenía 2 litros de aceite, 1 kilo de azúcar, 2 kilos de harina 0000, 2 tetrapack de pulpa de tomate (520g c/u), 1 kilo de fideos, 2 kilos de arroz 00000, 1 kilo de yerba y una leche en polvo entera (800g).
Para la ejecución de este programa Cáritas Diocesana decidió que el dinero fuera destinado a proveedores cooperativos y contempló no solo la calidad de los productos que acercamos a las familias que los necesitan sino también las modalidades y condiciones de los procesos de producción.
«Les pido por tanto permanecer activamente unidos, construyendo en temas operativos auténticos puentes, que lleven definitivamente fuera la humanidad de la era colonial y de las desigualdades. Dar rostro, contenido y proyectos a una fraternidad universal. Ser pioneros dentro de la vida económica y empresarial de un desarrollo humano integral», dice el mensaje del Papa en el encuentro de economistas de «Economía de Francisco».
El origen
La iniciativa fue resultado de la gravedad de la crisis evidenciada en el Encuentro Nacional de Referentes de la Red de Economía Social y Solidaria de Cáritas Argentina realizado a fines de septiembre en Esquel.
«Uno de los objetivos es fortalecer las diversas líneas de trabajo relacionadas a la producción y la comercialización, revisar las estrategias que vamos desarrollando en los diversos territorios e instalar líneas nuevas, como por ejemplo en este caso fue el turismo de base comunitaria como otra opción posible para accionar desde esta otra economía», contó Marina Huentenao.
La integrante del área diocesana de EcoSol agregó que «una de las preocupaciones generalizada en todo el país, fue el deterioro de los productores y productoras de algunos rubros específicos». Un caso impactante fue el planteado por Cáritas Iguazú que acompaña a familias que producen yerba mate en pequeñas escalas. «En estos últimos tiempos la regulación de los precios en cuanto al pago de los pequeños productores los ha afectado de manera gravísima, el aumento del combustible también, por las grandes distancias que manejan en aquella zona para poder llegar a los centros de acopio de la hoja de yerba y su posterior producción y elaboración de la yerba mate».
En este contexto se propuso que ante la disponibilidad de fondos para compras mayoristas se opte por los pequeños proyectos cooperativos que acompañan desde la Red.
Solidaridad organizada
Para avanzar en este camino, un aliado fundamental fue Consumo Popular Organizado. Se trata de un portal de ventas que ofrece el fruto del trabajo de empresas pequeñas o medianas, cooperativas o familiares, de todo el país, que normalmente no están presentes en las góndolas de los hipermercados porque los esquemas económicos y financieros de la comercialización les resultan desventajosos.
Además de alimentos, facilitan la venta de productos de artesanos o empresas nacionales, buenos y baratos, de rubros que cumplan con la condición de mejorar la oferta a disposición de las y los consumidores, beneficiando a productores pequeños –desde campesinos a unidades familiares y cooperativas– hasta medianos, con la condición que su trabajo beneficie a toda la comunidad.
Cabe destacar, además, que articulan con una empresa de logística de alcance nacional la distribución puerta a puerta con un precio muy bajo y casi uniforme para garantizar la equidad federal del proyecto.
«Desde Cáritas Bahía Blanca ya veníamos trabajando con CPO, traíamos yerba para vender en los distintos espacios de comercialización que acompañamos como el Mercado del Puerto, Reloj de Arena y el Mercado Barrio de San Roque y también la yerba de uso institucional. Pudimos ampliar ese acuerdo por diversas producciones en el marco del programa del PNUD», afirmó Marina.
Celebró que «esta iniciativa se pueda compartir en otros territorios» y planteó que el objetivo es «socializarla para que varias Cáritas del país puedan también contar con esta posibilidad y esta alternativa cierta de incorporar producciones de la agricultura familiar y de la economía solidaria, favoreciendo a los sectores más desprotegidos del país».
De quienes producen a quienes consumen
Una vez concretada la compra, en el centro de acopio de Consumo Popular Organizado en la zona sur de la Capital Federal se armaron los 13 pallets con alimentos de cooperativas de las provincias de Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires, Entre Ríos y Misiones.
El Área Pastoral coordinó la tarea con las Cáritas de la ciudad y la región para lograr una rápida recepción y distribución de los alimentos. En Bahía Blanca el operativo se realizó el sábado 26 de octubre en el Centro Comunitario San Roque desde donde partieron los productos hacia 12 sedes parroquiales y cinco merenderos.
María de los Ángeles Abalos dijo que «la jornada fue muy interesante por la organización y la colaboración de quienes participaron. No solo las Cáritas Parroquiales a las que les correspondía recibir los alimentos, los voluntarios que vinieron, quienes aportaron sus vehículos y sus manos para poder organizarse con los alimentos de cada uno. Esto nos permitió llegar a más gente, a merenderos y comedores que en estos tiempos están muy necesitados».
Días después, el camión fue recibido en diferentes localidades de la Arquidiócesis: en Punta Alta fueron cuatro Cáritas, en Zona Este siete, en Zona Sur seis y otras siete de Zona Norte. En cada sitio, el compromiso y la participación de integrantes de las Cáritas, otras organizaciones de la comunidad y personas voluntarias hicieron posible la llegada de los alimentos a las mesas de los hogares más necesitados.
En esta época en la cual reina la injusticia social, les invitamos a reflexionar sobre nuestros consumos personales e institucionales y a reforzar las redes de producción y comercialización que a nivel local, regional o nacional toman los principios del comercio justo, la economía solidaria y la ecología integral para proyectar otros mundos posibles.
Escuchemos el llamado que nos invita a convertirnos en artesanos y constructores de la casa común, esa casa común que está «cayendo en la ruina». Una nueva economía, inspirada en Francisco de Asís, hoy puede y debe ser una economía amiga de la tierra y una economía de paz.